Allá por el 2005 comenzó mi andadura con los reproductores de MP3. Me regalaron un INOVIX IMP-64 de 256 Mb. En su momento me pareció un buen aparato, era pequeño, con una bonita pantalla azul y todo lo que se le podía pedir a un reproductor... interfaz relativamente sencilla, radio FM, grabadora de voz (que nunca se utiliza), mando a distancia en los auriculares, ... lo único malo es que iba con una pila y no duraba mucho, pero yo tenía un cargador y con las pilas recargables me apañaba bastante bien.
Pero ocurrió que en 2007 estuve de viaje en Tenerife, y con todas las tiendas de electrónica barata que hay por las islas Afortunadas, me entró el gusanillo de un MP4. Existía una gran oferta a precios razonables, aunque, eso sí, de marcas desconocidas... afortunadamente no caí en la tentación.
Afortunadamente porque... nada más volver de este viaje, un compañero me "alertó" de lo que acababa de presentar Apple, el iPod Nano 3G (lo de 3G no es porque tenga nada que ver con un teléfono móvil, sino porque es la tercera generación del dispositivo) ¿El resultado? Amor a primera vista, entre el gusanillo que ya traía y cuando vi esto...
Bonito, ¿verdad? Pues sí, pero cuando lo tuve en las manos la sensación fue increíble, incomparable a verlo en cualquier foto... Era extremadamente delgado, con una pantalla increíble y un interfaz sencillamente maravilloso.
Pasé de 256Mb a 4Gb, es decir, de llevar cargadas canciones sueltas a llevar álbumes enteros ¡y me sobraba espacio!
Se acabaron las pilas, ahora tenía una batería recargable que además tenía una duración alucinante... pronto me di cuenta de que cuando el indicador se ponía en rojo, no había que preocuparse, aún podía estar varias horas escuchando mi música preferida.
Pero aún había más, podía llevar mis fotos en el iPod e incluso jugar! Una especie de Arkanoid tridimensional que se controlaba con la "clickwheel" (con la rueda, vamos) que me parecía lo más de lo más y algo aún mejor... un Trivial con azafata de video y todo que me hacía preguntas acerca de mi propia música, de la música que el iPod llevaba cargada.
Aún quedaban cosas por descubrir, iTunes (por aquél entonces aún lo usaba en Windows), el software que en un principio no me hacía ninguna gracia (parecía que me coartaba la libertad eso de tener que añadir o borrar contenidos desde ahí) pronto me sedujo, gracias a su maravilloso interfaz cover-flow y a su manera de "animarte" para que tengas toda tu biblioteca musical perfectamente ordenada y clasificada.
La música con el iPod era toda una nueva experiencia, pero... aún me quedaba todo un mundo por descubrir: el vídeo.
Y es que el iPod Nano 3G también reproducía video (recordemos el slogan "Un poco de vídeo para todos"). Aún con el engorro de tener que transformar los vídeos a un formato compatible, era algo increíble llevar episodios de una serie para toda la semana y que aún te quedara espacio para la música.
Pronto cometí un error de novato, y es que al llevarlo en el bolsillo, junto con llaves, monedas o vete a saber qué, su inmaculada parte trasera cromada se rayó bastante... fue un pequeño disgusto, la verdad, pero no tardé en hacerme con alguna funda para evitarlo.
No he probado los modelos más modernos, pero creo que este en particular (por su forma más adecuada para sostenerla en la mano al ver vídeo) es el mejor iPod Nano que ha existido hasta el momento.